MALÚ URRIOLA
IV Hey, malú, asume la vida de gato que te toca saltar de techo en techo porque ni siquiera un poco de sol los hará volver porque no nacimos para dar pero tampoco para recibir hay que asumir el costo te estás chalando nada te llena y el hastío te agarra de espaldas por eso le seguimos el juego a los imbéciles y corremos en esta carrera de equinos de mala sangre cuando el poeta canta su bar cecil y Dios le guiña un ojo y por el otro le cae un goterón de tinto de aburrido tinto. Hey, malú, nace una estrella nadie quiere el nobel pero se mueren de sólo pensarlo los poetas se odian toman juntos pero se odian a quién le importa que se maten que se tengan pica hasta la muerte total, de todas maneras no tenemos quien nos abrace porque los gatos se retiran de noche quién sabe dónde. Hay que asumir, pendeja que estás sola que te bailas un rock para quitarte las ganas –tú sabes de qué– porque de tanto perraje patriarcal trompeteado estás hasta la tusa y ellos siguen tirándose a partir prejuiciados amablemente discrepantes hey, malú una raja, qué te importa si ni siquiera encuentras algo que te importe por eso callas y luego ríes porque nadie te llena el hoyo, ni el vino ni los machitos ni mirar sus traseros sin forma no te queda más que caminar borracha y llegar borracha a tu home piedrita mendiga. (De Piedras Rodantes, 1988)
XI Lo estropearon todo, baby y te bailas un rock de malas ganas porque ellos quieren verte reventar de noche ebria sin hablar con nadie y de día se lo pasarán pateando gatos es entretenido verlos pavonearse con sus chascas y ropitas excéntricas pretendiendo volver al divino tesoro qué va, son iguales a los demás las grandes lumbreras del mundo devorando ratas en las bibliotecas bebiendo de noche en algún bar snob de algún barrio snob y salir snobmente borrachos trágate esa vaga sensación de techos despoblados, pendeja y ve a emborracharte hasta que revientes con tus amigos oligofrénicos a quién le importa que el último gato gris se aleje en medio de los cachureos del techo y que a lo lejos Bob Dylan gima “like a rolling stone”.
Este 21 de julio fallece Malú Urriola De acuerdo a lo reseñado por La Tercera, Urriola, en sus últimos años, se mantuvo como tallerista en la Fundación Pablo Neruda, de la cual ella misma fue becada, en 1986. María de la Luz Urriola González Poeta y guionista y académica chilena Su primer poemario Piedras Rodantes, que apenas en el mes de junio del presente año, Editorial Cuarto Propio presentaba su reedición, Urriola volvía al catálogo de esta editorial sus libros más destacados son Hija de perra, La luz que me ciega, Bracea, Piedras Rodantes, entre otros su poesía feminista y fuera de normas establecidas a muchos contemporáneas nos atrajo, la dulce agriura de sus textos nos abrió un camino poco transitado y tal vez desconocido para muchas. Urriola sacó un máster en guión, en Madrid, España. Por ello, como otros escritores, desarrolló un trabajo como guionista que la tuvo en series como Los Venegas, El cuento del tío, Cárcel de mujeres, Mea Culpa, El día menos pensado. Además, fue parte de los equipos de guionistas de las teleseries Mujeres de lujo, Infiltradas, La sexóloga, y Amor a la catalán. Malú declaró en más de una ocasión que la dictadura militar influyó en su poesía, igual declaró su preferencia por la literatura de las mujeres, cuanta que a los siete años descubrió a María Luisa Bombal En el 2013 fue invitada por la Universidad de Harvard al Seminario A Latin American Poetry Lab at Harvard Woodberry Poetry Room. En el 2015, expuso en la Bienal de Venecia el trabajo La Luz que me ciega, un multimedial de fotografía, video y poesía, realizado junto a la fotógrafa Paz Errázuriz. En el 2018, fue invitada por las Universidades de Princeton, Georgetown, Washington, Maryland y The King Juan Carlos I of Spain Center, New York, a dar conferencias y a leer su poesía. Su partida nos duele ya que su luz y solidaridad es muy difícil de encontrar entre los seres humanos. Hasta siempre Malú. Mona Mont
Afuera daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no volveríamos a ver, encendimos la tv y unos porros, luego me fumé un cigarro detrás de otro, uno detrás de otro y te contemplé hablar y hablamos del cuartucho, de la cojera del hombre, nuestra propia cojera, de la noche que corría con una prisa extraña, las nubes pasaban rápidas, azulosas, violáceas, como golpes de la vida, como si nos fuésemos a golpear contra la vida, el hombre trajo dos cafés que se enfriaron sobre el velador, en un rincón del cuarto quedaban los restos de una fiesta que otros dejaron, qué ganas de tomarme un trago, te dije, tú te acercaste lentamente, al contrario de las nubes, al contrario de la noche que corría aprisa, al contrario de los perros que no dejaban de ladrar, de vez en cuando se callaban, y se callaban hasta que las luces de un automóvil se estrellaba contra los vidrios y encendía el cuartucho que dejaba ver tu cuerpo y luego venían las sombras que te cubrían, lejos de casa, tan lejos de casa y en la radio con las pilas medio muertas la Janis cantaba bye, bye, baby. (De Hija de perra, 1998)
Cuando no estás me faltas como si me faltara un brazo, daría un brazo por no sentir esta falta... daría un brazo, pero no el brazo con el que escribo. El brazo con el que es¬cribo no se lo doy a nadie, si me deshiciera de este brazo moriría atragantada. Este brazo es el que aprieta mi vientre, el que hunde su mano en mi garganta para que las palabras salgan, porque mi brazo sabe que las palabras son como trozos de carne que me atoran, si no tuviera este brazo tampoco podría hablar, porque este brazo es mi lengua, con este brazo puedo decir lo que la lengua se calla, podrían cortarme la lengua, pero no el brazo, por eso no siento ningún miedo cuando tengo la lengua dentro de tu boca, porque aunque la arrancaras me quedaría este brazo. Con este brazo me sostengo, con este brazo lucho cada día. Cuando me pierdo es este brazo quien me encuentra, cuando me desespero es este brazo quien me calma, este brazo es mi memoria, este brazo es quien me saca a flote, quien jala de mí, quien me aturde para arrastrarme hasta la orilla, este brazo se compadece de mí más que nadie, me saca el agua que he tragado, me golpea el corazón para que ande, si no fuera por este brazo no sé qué sería de mí, por eso sigo a mi brazo, porque este brazo es capaz de encontrar lo que yo no hallo, por eso es él quien escribe, porque si escribiera yo, no encontraría las palabras necesarias, en cambio mi brazo es exacto, porque mi brazo sabe que si no soy capaz de resistir, que si me agoto de ver todo el tiempo lo mismo, que si me canso de escuchar las mismas pa¬labras idiotas, que si me harto de ver a la misma gente como en un cinematógrafo de barrio, que si me aburre ver con mis ojos sus ojos pajes desesperados de fama, de una fama gris de estrella de cinematógrafo de barrio, porque mis ojos se cansan de ver tanto, todo igual, repetido, mi ojos se hartan tanto que se harían sal si vieran que algo nuevo pasara, porque esta ciudad se detuvo antes que llegáramos yo y mi brazo, esta ciudad sombría ya no se desempaña, esta ciudad es inalterable, esta ciudad quisiese ser rubia, esta ciudad quisiese beber whisky cuando se muere de hambre y si este brazo no fuera fuerte nos habrían arrancado medio pedazo, pero a mi brazo nada de esto lo derrumba porque mi brazo es ciego, mi brazo es sordo, mi brazo sólo escucha la sangre de él. Sabe que cuando no dé más deberá tomar la empuñadura y rajar la muñeca de mi otro brazo, sabe que aunque son pares sólo él puede hacerlo, sabe que él será el último en abandonar, lo sabe, como sabe también que será capaz de dejar de escribir porque escribir me daña a veces, mi brazo sabe que escribir daña porque es él quien escribe, cuando mi brazo escribe sabe que está doliendo, quemando, sabe que me revuelvo toda, por eso mi brazo dejaría cualquier cosa para calmarme. Es este brazo quien te olvida, no yo, porque mi brazo sabe que estando juntos somos capaces de resistir tu falta, que podemos trazar tu recuerdo, en cambio si me faltara este brazo yo me quedaría muda, me quedaría postrada, no podría resistir, no podría, por eso no te doy este brazo ni se lo daría a nadie, porque este brazo es el único capaz de librarme de mí. (De Hija de perra, 1998)