Antología, Editorial

ANTOLOGÍA 50 MUJERES A 50 AÑOS DE…

SUSANNA PALLAVICINE

Hambre

En el basurero
 pedazos de resistencia.
En el baño
humedad sin sortilegio.
El plato habla herido
la cuchara amarga
 pausa
 el pan ya desteñido
 manjar ruidoso.
 Las servilletas
 en historias cuelan
 las babas cayendo.

El tenedor tiembla
envuelve su enojo.
El vaso con tibia sed
amarga y las mandrágoras

cruzan el mantel
 atendiendo la geografía del hambre
 y la sed.

Cae la sopa grita la papa
rasguña la sal
una miga corre me abrazan
las risas son mi destello ¡¡caen!! 
La manzana, el plátano, la gelatina
 se esconden
llueve en el mantel
llega la luna con hambre.

El azúcar resbala
en la boca de punto blanco
 mis manos se cierran

el llanto calla.
Los cuchillos se detienen
los pistilos florecen
la bergamota da el paso
 las notas del swing
nos salvan.
 El dolor crece
la mesa de cuatro patas denuncia
 la gran lejanía resiste
nuestros pechos se aprietan.
La servilleta callada
 espera, espera
la cuchara queda rasgada.


BIOGRAFÍA

Publicista. Escritora y poeta. con estudios de cine y literatura en la Universidad de Roma La Sapienza. Es editora de la Revista de literatura Letras25
Un día llegó la lluvia en Sudamérica, llegué sentada en las colinas de mi poeta, él Cesare ya no estaba, la guerra lo dejó. 
¿Quién soy? Solo una mujer que no sabe dejar la literatura, la poesía. ¿De dónde soy? Del lugar donde Dante me encuentre, ¿para dónde voy? Solo a regalarles mi poesía a los niños que espero no sean como yo.
Doy gracias a la vida por mi cincos hijos y mis dos nietas.
LA PALABRA DENUNCIA AL VERSO 
EL TREN LO ACOMPAÑA


Yo rechazo yo apruebo

 rechazo el plato sin comida
rechazo los abusos de todo rey y sus vasallos
rechazo al callado asesino
rechazo la opulencia en disfraz de mentira
rechazo las cárceles con ideas reprimidas
rechazo los huesos de mi hermano muerto
rechazo las lágrimas en despedidas
 
Apruebo la conciencia limpia
apruebo la mesa con el pan del día
apruebo las manos humanas unidas
apruebo la siembra y aguas libres
apruebo al hermano con ojos limpios
apruebo el coraje de vivir en fidelidad
... y apruebo todos los mundos en dignidad.



Dolor

El mal gusto del zancudo indecente
deja a la mariposa en fracciones rojas
 fuera de su capullo triturando su esencia
desventurada sin alas
con el dolor en el tronco de su ánima
sin más clavadas
que la espada enterrada en el rasguño eterno
sin su mirada.



Susana Pallavicini

actriz, poeta, escritora, cineasta, representa desde Chile a Violeta Parra

Espada enterrada


No lavaré mi cara
ella estará en cenizas dispuestas
en líneas de ejércitos de robos
en noches de días.
No vestiré mi cuerpo
solo será pedazo de mármol
gastado por el tiempo,
tiempo del demonio que no vuelve.
No cuidaré mi alma del pecado
ella ya está carcomida por el pensamiento 
pensamiento torpe de esta vida.
No llegará a mi cabeza
ningún juicio de vanguardia
ellos irán tramitados en todas desobediencias.
Nadie se acercará a mi lado
la podredumbre de mis sueños
 hará biombo en mi frontera
y sí tendré mis armas frente a ti enemigo ciego
burlador de mis buenos fantasmas
acequia de noches en llantos
ya espantados
mis armas son letales
contra el infierno de esa armadura
 que nunca he vestido 
pero hoy la cubro de negro.

Presidente

Presidente el cementerio está en el mar
se ocultan las flores y mi florero
Presidente hay alamedas de muertos y usted no tiene pala
para desenterrar los huesos
Presidente hay mentiras y engaños en discursos encerrados
usted no siente


Presidente usted ya ha muerto
la mujer campesina sigue con su escoba
barriendo la miseria de su alcoba 
llorando lastimadas sus heridas
Presidente mi hermano es solo un alma sus huesos extirpados fueron
Presidente en su país el maíz se pierde en mantos de fuegos 
apagados lavados en tantos engaños
Presidente el águila sin alas echó a volar
perdió sus plumas
y usted mi presidente sigue ya muerto.

Camino de locura cierta
 

Camas blancas,
 hileras de camas en pórticos 
de desasosiego
 metódicos cajones,
sucios, gastados, llorados, escondidos, gemidos, podridos.
Ya no laten, no piensan
son los sentidos casi desenfrenados del edificio triste de la parca.
Ellos van por los túneles desolados sin dejar huella
sólo el hedor fuerte a pestilencia de tanta alma seca.
Paredes sucias puertas sin cerrar pierden las miradas
de ojos que, viendo están sin ver nada.
Son locos dicen
al otro lado de la muralla 
en cristales fingen por días mejores
                  son ellos los que hablan los de capa blanca
                  Y van los marchitos marchando a la cena
                  con un plato mal usado junto a los sin guisados.
 Ellos los sin sentido dan al hermano todo
 sienten se han perdido.
 Y los de capas blancas ayudarán con la corriente
dirigiendo el paso de camino en pendientes
 están al otro lado de esta muralla.
Es la bala que deja la agonía con horizontes heridos
sin escuchar una melodías
Pasan las manos de un reloj
con la embriaguez de los sedantes sin poder correr
sin dar el paso es ese delirante caminar
llevando este cansino llanto de muerte.
Al otro lado de la muralla
las batas blancas con pasos firmes debaten
piensan con su razón ciencia, dicen...
así les llaman hoy
no miden el paso del corazón
Ellos los atormentados
detenidos en la vergüenza 
caminan, caminan en sus horas de locura
sintiendo el llanto de sus madres.
Afuera se destruyen las hojas del romeral
no hay miradas con verbos
 nada llega a la compasión.
Cae el velo oscuro quitando el día
 las camas frías esperando esos cuerpos
olvidando …… sin saber nadie que aún…, SÍ, TIENEN VIDA.

Te pregunto
                                                                                                                  
Me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

La sala relucía en colores de fiesta adornos, las melodías viajaban en todos los ángulos el calor del verano nos navegaba mi abuela preparando el banquete de la noche padre reposaba leyendo la última novela de Hemingway madre llegaba con su pelo al viento y los últimos paquetes. Nosotros los hermanos terminando nuestros estudios mi hermano mayor inteligente y dedicado al bien común - ¿tú sabes lo que es eso? - es lo que hacen las personas cuando quieren ayudar a los demás. Mi hermana y yo viajábamos por las quimeras de adolescentes y esa noche era especial todos volvemos a vivir ese amor del techo y el pan en la unidad cobijada.

Y me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

Nosotros en la piscina ahogando al sol abrazando nuestra infancia apoyando a Carole King en la búsqueda de su amigo fiel, buceábamos la vida de largos respiros, fraguares de existencia que nos quedaban por mirar. Los tres acechando lo mejor que debía encontrar este país para los corazones sutiles que nos bañaban. Jugábamos con el agua sentíamos volvernos niños como cada año en estas fiestas tan bien logradas.

Mi hermano - ¿lo recuerdas? - nos enseñaba cómo distraen los cantos de sirenas tejiendo bufandas en los brazos de los desprotegidos, nos amparaba en noches frías con la manta de dolores más fuertes que los nuestros. Su cara - espero la recuerdes - siempre hablaba del amor en donación, la ternura de refugiar hasta el más grande dolor. Sus ojos serpenteantes me pregunto - ¿te miraron esos ojos? - ellos rodeaban toda la profundidad de sus conocimientos hablando siempre de lo más verdadero, ojos claros como el pasto en el rocío vagabundos sin la frontera inquietante de la desigualdad. Ellos siempre me descubrían con sorpresa con el infinito de encontrar las respuestas a mis más inútiles preguntas en el universo de la inocencia. Espero se hayan encontrado esos ojos con los tuyos así me sirva de consuelo.

Y me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

Nosotros tomábamos un aperitivo, luego una gran cena con recuerdos atiborrados en palabras de noche de fiesta. Como olvidar esos veranos escapando de las olas con la gran protección de mi hermano, él sabía ser capitán de todo mar y me pregunto - ¿en qué grado estabas tú? - quizás él tenía en la arena ignorada más medallas que tú en la celda que te refugiaba. Sus manos, por cierto, eran grandes siempre trabajando en castillos de arena esperando que una ola se llevara los desechos que el hombre tira sin merced para nunca declarar los hechos. Y me pregunto - ¿tocaste esas manos suaves y armoniosas dispuestas a dar vida? - yo las tocaba ellas estaban junto a las mías decoraban sábanas en siluetas de artesanías. Esas manos me protegieron del miedo a la escuela de tirar mi sombrero para volver a casa a ver mis muñecas. Esas manos eran también las mías.

Y me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

La luna mostraba su manto llegaba el momento de unir las manecillas del reloj todos muy expectantes noche mágica abrazos fuertes y contenidos ¡como recuerdo su espalda! grande como roca de muralla defensora fuerte vigilante armadura posando sus largos brazos llevando el peso de caminos vividos - ¿recuerdas sus brazos? - también eran míos me regalaron calor verdad justicia, esos brazos teñían de luz la nostalgia de mi abuela y las travesuras de mi hermana. - ¿Sabes? - se movían amaban buscaban eran palanca de suerte para todo aquel que se le acercaba. Y tú - ¿pudiste sentir esos brazos? -

Y me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

Llegó medianoche, como niños buscando, buceando en las sorpresas bajo el árbol, nuestra hermana menor era el pequeño duende, padre servía la copa del brindis, yo tan loca por los obsequios esperaba al lado de mi hermano el turno de mi nombre, hasta nuestra mascota quería ser llamada. Lindo su regalo era una hermosa camisa vaquera asentaría muy bien con su espalda y cuello que siempre posaba hacia lo alto. Tú - ¿recuerdas su cuello? - en él descansaban siempre los labios de su novia, mujer modesta sencilla, pero también de altivo cuello.  Los regalos uno a uno transformaba la calidez de bellas aventuras. Me pregunto - ¿celebras aún navidades? - - ¿Regalas rosas o espadas? - Cada uno recibió sus anhelados deseos terminando la celebración por la vida que nos esperaba siempre juntos, siempre vivos.

Y me pregunto ¿En qué estabas tú?

Nuestras charlas duraban hasta altas horas de la madrugada con la llegada de amigos y novios que también traían regalos, sin olvidar las ausencias que invadían de diáfana tristeza a mi abuela y padre, tantos ya no estaban en la anhelada estrella, pero en nosotros la vida todavía no comenzaba. Mi hermano, altivo y hermoso hombre salió como de costumbre a buscar a su amada novia. - ¿Tu conoces París? -  Es una gran capital - ¿alguna vez has llegado allí? - Pues mi hermano y su novia tenían todo dispuesto para conocer la Torre Eiffel caminando por el puente de los enamorados hablar francés - ¿tú hablas francés? -  Mi hermano subió al auto con un gran regalo, una maleta que ya acumulaba muchos sueños y también la melancolía del adiós que llegaría.

Así es la Noche Buena en casi todas partes del mundo, un instante en que puedes decir que amas dejando toda tristeza atrás, no siendo para todos igual, hay muchos que ya no sueñan son aquellos los enmudecidos llegando al infierno y tú - ¿conoces el infierno? -  espero que nunca llegues al infierno que yo conozco, el de mi amado Dante en ese vive Virgilio, un poeta que a cada instante habla en versos de amor palabras sabias formulando los sueños de una nación. Y tú - ¿sabes lo que es una nación? - Bueno, según el diccionario: lugar donde las personas comparten vínculos históricos culturales y religiosos, tienen conciencia de pertenencia hablan un mismo idioma y comparten - ¿Y te suena esto? - sí esto es Chile sabes el país de mi hermano y tuyo también, tú - ¿sientes que son hermanos? - dicen que Caín mató Abel, y tú - ¿crees que mataste a un hermano? - Y te pregunto - ¿tienes hermanos de esos que nacen en la misma cuna llaman madre a la misma mujer y padre al mismo hombre? -  van al colegio juntos, esos hermanos que en bicicleta descubren nuevos horizontes con sentido de esperanza. Quizás no tengas hermanos no sabes entonces que otras venas cruzan tu sangre y si ella es tocada botada y lo peor maltratada tu sangre no descansa es que te pregunto - ¿tú sabes cuando la sangre no descansa? - conoces el color de la sangre que cae al viento como si un águila agitará sus alas cuando ellas ruedan.

Me pregunto - ¿En qué estabas tú? -

Llegó el día siguiente, veinticinco de diciembre mi hermano puntual siempre presente, no llegaba. En la cocina la cuchara de palo denunciaba la comida que faltaba en los platos de la mesa, la abuela con las galletas horneadas, mi hermana con su música y yo con mi nueva máquina fotográfica compañera de viaje a las metas buscadas. La tetera sonaba a la hora del café de la tarde. Salí de casa con el maletín que me acompañaría tantos años de mi vida sería el descubrimiento de tantas imágenes tejiéndose en su lente por ahora buscaba dejar en la retina todos los rincones de mi barrio me pregunto - ¿Dónde vivías tu? - Llegué a casa de mi amiga junto al nacimiento de Jesús, una foto de su padre me hacía pensar ¡como ella podía seguir siendo feliz! que raro no ver nunca más a quien amas. Y me preguntó - ¿Tú sabes lo que es eso? - ¿Alguna vez te han dejado solo, sabiendo que volverás a ver o sentir el aroma de la ausencia? - Pues bien, te lo diré:

El aroma de esa ausencia no se siente se vive en las entrañas del amor, me imagino lo sabes lo entiendes - ¿Qué es el amor? - es un sentimiento querer ver siempre a otra persona feliz, es necesitar su vida antes que la tuya, es tener en su existencia la mejor respuesta para vivir. - ¿Lo sabías? - ¿conoces esos sentimientos? - los poetas hablan de ellos lo sienten lo viven hasta los más oscuros de los hombres lo han subrayado en sus vidas, pero tú - ¿sabes lo que es? - Amar es no poder llorar como me sucedió esa noche de Navidad. Mi padre fue donde mi amiga, creo necesitaba no llorar junto a mí caminábamos a casa le hablaba de la genial cámara que poseía sin noción de lo que venía. Padre en un sigilo estruendoso dijo que mi hermano, ese altivo y guapo joven estaba muerto. No sé si se cayó el bolso de mi brazo, pero si recuerdo sentarme en el suelo junto a mi padre olvidando lo que todos festejaban, en un efímero instante dejamos de existir nada sabíamos si caminaban las estrellas si los reyes magos llegarían. - ¿Tú conoces a los reyes magos? -  son hermosos llevan regalos muy valiosos al pequeño que nació en Belén.

Me pregunto - ¿tú qué hacías esa noche?

Corriendo fui a buscar a madre, ella estaba en la habitación de mi hermano donde se ocultaban todas sus leyendas y sueños. - ¿Recuerdas la maleta? - nunca supimos que hicieron con ella, quizás la llevaron a su tumba donde las palomas necesitaban paz. Todos en un profundo silencio, nadie suspiró gritando a Dios que no fuera cierto, se había ido y con él nuestro pedazo de historia, la torta quedó seca, el brindis se esfumó por la puerta. La luna oscureció su paso padre y yo solo callábamos. Me pregunto - ¿alguna vez te ha tocado vivir sin la luna de los sueños justo en Navidad? - Es horrible mata la sangre que se detuvo por nuestras venas destroza los pedazos de angustia sin sentimiento quedando dentro. No recuerdo si esa noche logramos dormir sólo que a la mañana siguiente de la ventana del comedor me embriagaba una esencia a rosas como esas que mi hermano nos llevaba en cada cumpleaños. Llegando la noche a nuestro hogar se desprendía de las paredes del piso agua seca, el dolor de mi madre, el llanto muerto de sus entrañas. Lo recuerdo, sí, ¡cómo olvidarlo! Padre fue a buscar el resto de lo que dejaron de mi hermano - ¿tú sabes lo que es un padre? – un hombre que desprende amor y nuestro padre que vivió en la guerra comprendió que en esta batalla nosotros quedamos mutilados. Y tú sabes - ¿lo que significa mutilar la vida?  ¡cómo te enseño esto! Un poeta escribía - mutilar la vida es no volver al bosque del sueño mutilar la vida es perder el sentido de lo que estaba dentro del alma de quien amas. Y volvemos al amor sé que no lo entiendes y para mí después de cuarenta años en que viví este dolor sigo en la nube de una gran desolación con trozos sin olvidar

Me pregunto - ¿Tú en qué estabas en esas horas? -

Cantábamos a Silvio Rodríguez, recitando a Bertolt Brecht, gritábamos los versos de Violeta Parra para callar el dolor tú - ¿sabes qué dolor era este?  - ¿sabes cómo se produjo este dolor? - ¿Tienes conciencia de la razón de ver el amor a través del dolor? - ¿Sabes lo que es la conciencia? - es raro, algo que te ayuda a ser persona nos indica que somos seres - ¿muy extraño? - espero que para ti sea algo nuevo estos sentimientos, porque de lo contrario, no sé cómo viviste ese año 1981 de pie matando a mi hermano solo por querer una mesa distinta a la del gran dictador - ¿Y tú sabes lo que es un dictador? - Es esa persona que tu admirabas y nos quitó un sueño destrozó el camino unido en la destreza de tu metralleta. - ¿Lo entiendes ahora asesino de una maleta? - no lo viste en su ataúd rodeado de nuestros amigos abrazado a madre, solo por esperar un mundo que necesitábamos fuera nuestro. Y tú - ¿sabes lo que es la necesidad? - ¡¡No!!  los asesinos no conocen la razón simple del amor a puerta suelta, la razón de la mesa vacía y la peor razón no descubrir en tu mundo mi universo el poder escupir tu nombre se esconde en sangre cuajada por tu dictador que no yace en el infierno tú tampoco, en el infierno están los poetas que amaron sin ser amados los poetas que flagelaron su sangre en sentimientos tan fuertes como este vivido gracias a tu nombre. Maldigo el corazón que me llevó por la senda de este sentimiento maldigo tu nombre y el de todos los asesinos - ¿Y tú sabes lo que es esto? – odio un odio más intenso que sentiste aquel que te dio el gran honor y honra al quitar de las veredas los pasos de mi hermano y tantos otros, odio tu odio por la injusta vergüenza de ideales que en tu nombre y del dictador nunca tuvieron conciencia.

No me despido de ti, solo tengo una última pregunta; ¿Y cómo estás? Pues, si no lo has olvidado mi hermano ha muerto su cuerpo tú lo despedazaste, pero su alma vive en gloria de nuestros amores. La vida triunfó en semillas que riegan una nueva luz con la esperanza de un día sentarnos en familia en amor brillante, en cambio tú ¿quién te recordará? Yo en el camino de estas palabras ya te he olvidado.

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