Nota
sobre la escritora
ELLA ES EL POEMA
Keit Matus Chilena, 1971. Desde muy joven estuvo ligada a la literatura, religión y política. Esos son estos ingredientes que, definen su propuesta artística; salvaje y filosa, como una saeta que atraviesa la piel y se aloja en la carne, de quien la escucha o la lee.
La poesía y música de Keit Matus no ha sido difundida en el ámbito artístico, tal vez porque es una mujer sin caretas, intensa, difícil y ligada profundamente a sus creencias,
de carácter fuerte y más empoderada que la mujer más empoderada del mundo; me refiero a que ella no está en esta orilla del mundo por moda, si no porque la vida la ha llevado a construirse de una forma tan auto didacta como sus poemas o sus canciones.
Keit Matos se hizo así misma, como mujer, madre y artista, ha sido el duro camino que eligió, ha trabajado en la construcción, en las ferias libres, como artesana y tejedora.
Ha debido crear su propio espacio, generar forma de distribución de sus libros, recorriendo ciudades y municipios, donando, vendiendo y regalando sus obras. Ha abierto su camino, y así, de esa forma, ella se volvió poesía.
Mona Mont.
Juego de Cabros Chicos
Juguemos a hacer pastelitos.
No te comas la tierra.
¡Esos palos no son juguetes!
La tierra se mete entre nuestras uñas.
Me chupo los dedos,
sin martillo somos arquitectos;
invitemos a las chinitas,
los chanchitos de tierra,
¡cómo no!,
a los gusanos,
a que sean nuestros obreros.
¡Hay que aplacar el hambre!
De piedras construimos castillos impenetrables,
la escoba es mi sable.
La arena y hormigas,
pista entorpecida por alguna espina;
me la saco rápido…
Mi madre se ha demorado tanto.
Viene en la esquina,
se la llevaron presa.
Miro por la rendija,
me entro a la casa,
me aburrí de este juego…
Otra vez sin comer todo el día.
II
En la mañana temprano,
cuando el alba viene despertando,
se siente una melodía, adagio, mezzo, allegro,
-una soprano-.
No es Mozart ni Wagner:
es la tetera, ¿sí? ¡La tetera con su particular canción!
Las ollas, en su protesta, se quedan sin participación.
¡Sirve el té para llenar las tripas
en esas casas en que no hay puerta!
¡Y para qué hablar de mampara!
Al mediodía, cuando no hay plata,
se arma un concierto
entre las ollas, tapas y cucharas.
Pero cuando no hay nada,
la tetera sigue siendo la dueña de casa.
A veces, los duros panes crujen entre estos valses.
La Cama de Diógenes
Vida… muerte,
da sus primeros pasos.
Mi sueño parece ser otro,
allí soy el que debía.
Se destroza el alma mía.
La libertad es un Lepanto,
allí quedan las huellas cuando te amo.
Cómo no brindarle un beso o algo,
si esta es la cama de bronce
en la cual descanso.
La Cama de Diógenes
Diógenes Toma Té
I
Pa’ tomarse un tecito
o pa’ llorar al hijo muerto,
mientras los otros padecen de hambre…
De plástico o de loza las hay,
constituyen armonías sin final.
¿Qué hace aquí una fina copa,
entre la vitrina sin vidrio,
y la cocina a parafina?
Tras el mueble de cocina, las penas
y lágrimas son silenciosas.
Diógenes Toma Té
BIOGRAFÍA
Keit Matus Ortiz
21 Julio 1971 chilena, cuidad de origen Santiago, obrera, escritora ocasional, escultora, pintora,
Compositora de música para el folclor y punk
Gana Proyecto educacional para la Democracia 1990 3°lugar
2005 3° lugar I. Municipalidad El Bosque, con un poema inédito
(Mi Hermano el Artista del Cemento)
2008 tercer lugar, Premios universidad Raúl Silva Henríquez, poema inédito
(Moneda de a quinientos)
Autora de la canción, Se busca homenaje a Víctor Jara
Explosión itinerante de pinturas en cartón
Escultura de telar en durmiente de tres para. PRODEMU 2006 casa de cultura de San Bernardo Performance musicales con el baterista Héctor Antúnez
Recitadora de textos de distintos autores he sido publicada en antologías y revistas literarias chilenas
Ha Publicado Poesía (Diógenes Alguna Vez Tuvo Casa) Primera edición, junio 2018
Segunda versión, junio 2020
Versión Cartonera noviembre 2019 esta edición se hizo con portadas pintadas a mano, por la misma autora. (Casa de la Cultura de San Bernardo)
PRESENTACIÓN AUTORRETRATO
Soy hija de Esaú y Carmen,
la menor de ocho hijos.
Bueno, en realidad éramos nueve,
pero mi hermana menor se murió.
Con respecto al Taita, no hay mucho que contar.
Se casó con mi mamá por un trato
que hicieron mis abuelos.
Era ingeniero, y mi vieja estudió medicina.
Ella no terminó porque a mi abuelo Úbeda
se le ocurrió casarla con mi hueñi.
Vine al mundo el veintiuno de julio de 1971,
nací en el Hospital San Borja Arriarán.
Tuve una infancia feliz, jugué…,
recito desde los cinco años;
aprendí a leer a los tres y escribo mal desde los ocho,
aún no se me pasa, desde entonces.
Me gané mi primer premio de poesía a los doce años,
no me acuerdo como se llamaba el premio.
En 1896 me gané otro premio,
no estoy segura si fue en ese año.
El premio consistía en ganarse
diez clases con José Donoso,
pero yo era chica y mi vieja decía
que tenía pinta de depravado,
así que fui pocas veces.
Diez años más tarde tomé taller con Genoveva Cepeda
y Ana Veliz, con esas viejitas sí que aprendí.
Dos años después, nació mi hijo Vicente.
Un día, ordenando la casa, encontré mis poemas antiguos
y la Antonia los corrigió por primera vez.
Sin mi permiso,
los mandó a la Biblioteca Pública N.º 57, a un concurso:
obtuve el tercer lugar.
Después, Carlos Jara Campos mandó mis poemas
al Concurso Nacional “Raúl Silva Henríquez”,
obteniendo el segundo lugar y objetando el primero.
No tengo ningún diploma
que compruebe los premios que he ganado,
se los llevó mi último amante.
Tomé taller con Úrsula Starke.
No soy poeta, no soy escritora, no soy escultora,
solo hago las cosas.
DIÓGENES NIÑO
El patio de mi casa
(HACIENDO ALUSIÓN A LA CANCIÓN DE NIÑOS
DEDICADO A MI HERMANO CANO)
23 de mayo, 1989
Las rosas siguen en su lugar,
la primavera también,
el invierno tuvo su festín,
cocina a leña, patos y gallinas:
¡el sol entremedio de los cordeles!
Tú jugando a construir castillos de arena,
que en mi memoria no se derrumban jamás.
La Paz sentada en un tronco
con su hijo en el vientre:
uvas esperando su tiempo;
¡aquí se detuvo el reloj!
Se detuvo a la hora del té,
los días pasan esperando el verano pasar.
La Cocina de Diógenes
I
Recibí historias allí,
degusté sinfonías,
ollas vacías.
A través de la hambrienta justicia,
se respira humo,
pastel de choclo, sandía,
esfuerzo, lágrimas de
mote con huesillos, sangre,
lágrimas de un tal por cual,
luche, cochayuyo y charqui.
A veces no hay sinfonías
de ollas en ebullición,
está nomás la tetera
entonando una triste canción.
La Cocina de Diógenes
Sábanas de Diógenes
El calor de mi cuerpo,
mar puro inmaculado.
¡Quién diría que son de saco!
Zurcidas a mano
y lavadas con lejía,
abrigan mi cama sin menester,
no me avisan cuando comienza el día.
II
Pa’ tomarse un tecito
junto al amar,
van acompañando la vida y su pesar,
esfuerzo pa’ lavarlas.
No hay agua
más que el llanto.
Es difícil hablar de una taza,
sin que constituya una amenaza.
Mi padre con el vecino las ocupa con su tinto;
a veces maltratada,
otras sin oreja en las casas olvidadas,
así como tu cara por los años.
En la casa de Diógenes,
todas son Van Gogh.
¡Cómo no hablar de las tazas sin que constituyan amenaza!
Diógenes Abrió un Paquete de Besos
Entre este desorden,
no sé dónde dejé los besos,
esos que nadie quiso.
Ahora más que nunca necesito ocuparlos
y, por más que hurgueteo mis bolsillos,
no los encuentro por ningún lado,
justo ahora que tengo con quien ocuparlos.
Mejor será abrir otro paquete de besos,
no vaya a ser cosa que pase el tiempo;
no vaya a ser cosa que no los pueda ocupar.