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ANTOLOGÍA 50 MUJERES A 50 AÑOS DE…

NELLY SALAS

BIOGRAFÍA 





NELLY RAQUEL SALAS VARGAS

Escritora, poeta, profesional de la Dirección de Vialidad R.M., MOP, Socia de la SECH, Presidenta del C. L. Ateneo San Bernardo, Representante legal y Directora de la revista Aurora Boreal de Chile (creada el año 2006). Además, parte de la Directiva de la Corporación Municipal y Cultural y Patrimonial de San Bernardo.
Libros editados: “Ingeniería Poética de Caminos” (2000). Premiada en Premio Municipal de Literatura de San Bernardo, al igual que su poemario “Un Canto Renacido por Leningrado” (2003). “Entre dos Mundos” (2006); el 2008 ve la  luz el poemario “Mientras Regresan”. A 100 años de la Masacre de la Escuela Santa María de Iquique. “Notas Musicales” (2009), edición infantil “Libros de Violeta”. El año 2014 publica “Paloma Ensangrentada”, a 40 años. El 2016, poemario infantil “La buscan con Candelas”, colección Safo. Sus últimos poemarios ven la luz en enero del año 2020: “Ella vive bajo mis pies”; y en julio del mismo año  “La Ultima Estación”, Ediciones “Letra Clara”.

TÚNICA DEL ENSUEÑO 
(del poemario 
La última estación
Letra Clara 2020)

Una vez que se retire 
de nuestros aposentos el ensueño
De estar bajo cuatro muros 
Trabajando a distancia
Recopilaremos cada pedazo
De la historia vivida.

Presurosos nos dejaremos caer
En los escenarios pendientes,
Entraremos vestidos con la túnica
Del ensueño por vivir otra suerte.

Aquélla donde los días
Se habrán reducido al mínimo.
Y las noches pasarán a ser
Bancos de tutores desolados.

Seremos sólo una sombra
Alumbrando la tenebrosidad
Del invierno que se avecina.
Ríos secos sin ninguna enmienda
Cavarán las entrañas de las piedras
Y dejarán mensajes
De un futuro inexistente.
Caerá el trueno en pedazos infinitos
El charco de la ilusión quedará al descubierto
Espacios lesionados de amargura
Para entrar en la carne de la resurrección.






LIBERTARIA 


(Del poemario La última Estación
Ediciones Letra Clara 2020)


El sonido de la orfandad
Arroja al mundo a un abismo
Nos arruga la piel de incertidumbre
Suena una alarma en las pantallas.

En los pasillos vacíos del planeta
Las aves se detienen sorprendidas
Los pumas se pasean por su órbita
Los asteroides de la gran capital
Con su sello de libertad imaginaria.

Me refugio en tus ojos
Nos abrazamos y hacemos
Un dibujo en el guante de mi izquierda.

Entonces las aves rompen su sorpresa
Para mirar el vuelo
De la libertad imaginaria



QUIMERA EN LA ÚLTIMA ESTACIÓN

Voy por la tierra más pesada 
de lo que mi cuerpo resiste. 
Bordo mis versos a la orilla
De pantanos atiborrados en quejidos, 
Se quebrantan con las imágenes
Que carga mi angustia,
Guerras sangrientas. 
La ocupación de Palestina por 72 años  
La niña transmutada,
Violaciones marchitan su vagina.
Con un sembrado de muerte
Cimento mis versos
Arrastrando dolencias bajo tierra.
Pero cuando me revelo me esposan,

Quiebro el orden del sistema
Soy una antisocial que edifica utopías.
Demuelo el "orden de la demencia
que la mano siniestra ha instituido".
Apuntalo a versos y doy en el centro
Y se me aparece un estadio 
Horadado en vejámenes. 
En mis sueños veo a la Marga 
Colgando de su vientre 
y la calle desierta con un halo de farwest. 
En un rincón del mundo

Una niña parte,
a la última estación
dos soles y dos lunas de velatorio
pocos para el rezo de tantas notas
para la guitarra y el acordeón
tocan para ella y sigue cantando.

En aquel rincón la desgracia,
enredada a miles de cantos.

Incluso Beethoven
deja su tumba y muere
por segunda vez
acompaña a Xaviera
sigue cantando.

Entre el frondoso parque García
de la Huerta cantan los jardines
Su pronto regreso.

La música se incrusta
haciendo nidos de amapolas
en el alma.

En el eco una herida
en el piano sangra
Caen gotas de La Novena,
San Bernardo estalla
en millones de niñas Cantando.
Yazgo

En el espacio
las criaturas absortas
reflejan la angustia
persiguen anhelos
queman el cuerpo
ardientes brasas.

Son miles de bailarinas
el desconcierto en los tumultos
el dolor teñido en tres colores
púas traspasan las llantas.

Dentro de un clavel rojo
brota la clarividencia
calcinada la imagen de Cristo
sin destino apuntala hacia la Tierra.

Los ángeles esbozan montañas
desde una alfombra azul
resplandores trozados
escucho tendida en el espacio
atravesando mis entrañas
un rumor de piedrecillas.

Yo me acuno entre virtudes
a la criatura que no parí
en mi planeta gris en sinsabores
toda su tierra.
ABIERTA AL PELIGRO LA LLAGA DEL PASADO

En la manilla del vagón
La huella fresca acecha.
Alguien se detiene a contemplar 
Un lago imaginario.

El Trudeaux lleno de futuros muertos
Nosotros seguimos encarcelados
Para que la plaga no nos corone
Con su sello de virus insalvable.

En la manilla del vagón
Queda la huella de este enemigo
Y mis ganas de seguir andando
Por los vagones de la vida.

Pero hasta aquí llega la libertad
De seguir muriendo como insectos.
Todos encarcelados agonizando 
por la perplejidad de querer seguir viviendo 
Los hospitales racimos de fantasmas
Las hojas secas desapareciendo de a poco.

Más allá del cielo

Mis ojos te han visto mil veces
más allá de oquedades olvidadas
las penumbras mecen visiones
enconadas en la muerte.

Vienes con los brazos abiertos
consumiendo la sombra
médula ignota del anochecer,
Hoy reapareces remando desde el olvido
eclipsas el presente ya sin luces
cuando el Cuerpo ya no late,
mi existencia piedra candente
los años de Ausencia me restan.

(Alma que no compaginó
el resuello en tu madriguera,
sólo fue campanada en la aurora
velada en reminiscencias.)

Te alejaste del atardecer liceano
mientras la ausencia Cubrió la noche de niebla.

Hoy tu cuerpo ya duerme
te abrigan las flores,
el arrebol de mi primavera.


EN EL MAR DE TU SOLEDAD  



                                                 A Pablo  Neruda						


En el lecho de tu soledad siempre en compañía
Me estremezco de la procesión infinita
Trofeos que cuelgan de tus evocaciones. 
.
Inapreciables piedras en la carne de la tierra
Paridas de la fuente  miles de retratos
Pasaron por tu vida depositando
Raíces de inspiración e  ideales.

He llegado a visitarte para contemplar
Tus ojos cansados meciéndose en el seno de la mar.
Me invade tu tácita presencia
Imán para el que se detiene en tu morada
Las pestañas cinceladas de los turistas
Traen a manojo abierto pañuelos 
De dos hemisferios.

El atardecer se planta ante mis pies
Las piedrecillas son notas musicalizadas con tus versos.
Me embeleso en los reflejos, lumbres en extinción 
Se levanta la noche y sueñan las olas cuando te recuerdan.
Los objetos salen de las habitaciones 
Les veo bailar sambas, cuecas y valses peruanos
A escondidas para que nadie se entere
Que el poeta resucita en las sombras de la noche 
Bebe su vino predilecto
Se posesiona de los cabellos de su amada 
Vuelan apegados a un caracol sobre las olas de 

Isla Negra.


Cuando toque

Reconcilio el pasado colgando
de un hilo en el recuerdo de mi diestra.

Tu retrato llega a manos del fotógrafo
capta la dolencia de la partida.

Único trofeo de tu permanencia en mí
viene con un breve mensaje:
“gracias por acompañarme.”

Cuando tu féretro toque el fondo del tiempo
inicie su prédica con la eternidad,
te acompañarán restos de mi juventud
brote que afloró en el valle del desamparo.
DESUNIDOS EL DÍA Y LA NOCHE

VOY BROTANDO EN LOS CERROS
EN EL MUSGO DE LAS PLANTAS
ME QUEDO ESTÁTICA 
TRENZADA EN  PARÁMETROS
DE LAS REGLAS SIN LEYES.

UN GRILLO CANTA DE DIA
ME SORPRENDE 
LA DESTREZA DE SU entonación
Y LA RANA SIGUE
DANDO  VUELTAS
EN EL CHARCO DE AGUA.

ESTOY EN EL LIBRO DE LA MEMORIA
DEJÁNDOME PALPITAR VOLUNTARIA
EN EL PORTAL DEL INFIERNO
RETORNO a mi  SIN QUE ALGUIEN SE PERCATE.

LLEGO AL BORDE DE LAS HERIDAS
Bajo el techo de aquella estación 
Que nunca llega y 
Estrecha su MANO CON EL CIELO.
DÓNDE ESTAMOS?

Del poemario “La última Estación” (2020) Ediciones Letra Clara.

Nadie sabe
A dónde vamos
No estamos en el mismo lugar
Ni sabemos dónde estaremos mañana.

Esta incertidumbre me embriaga
Me hace adornar mis blusas
Con botones de color rojizo.

Veo los árboles deshojados
A la orilla de mis sueños
Y el tren de carga 
lleva escondida una estrella
En el vagón número cinco.

Y nadie sabe
Dónde estaremos mañana
Cuando sean las cinco en punto
De la madrugada. 

SEÑALES

El sonido de la orfandad
Arroja al mundo un abismo
Nos arruga la piel de incertidumbre
Suena una alarma en las pantallas.

Más allá del cielo

Mis ojos te han visto mil veces
más allá de oquedades olvidadas
las penumbras mecen visiones
enconadas en la muerte.

Vienes con los brazos abiertos
consumiendo la sombra
médula ignota del anochecer,
Hoy reapareces remando desde el olvido
eclipsas el presente ya sin luces
cuando el Cuerpo ya no late,
mi existencia piedra candente
los años de Ausencia me restan.

(Alma que no compaginó
el resuello en tu madriguera,
sólo fue campanada en la aurora
velada en reminiscencias.)

Te alejaste del atardecer liceano
mientras la ausencia Cubrió la noche de niebla.

Hoy tu cuerpo ya duerme
te abrigan las flores,
el arrebol de mi primavera.









En los pasillos vacíos del planeta
Las aves se detienen sorprendidas
Los pumas se pasean por su órbita
Los asteroides de la gran capital
Con su sello de libertad imaginaria.

Me refugio en tus ojos
Nos abrazamos y hacemos
Un dibujo en el guante de mi izquierda.


Entonces las aves rompen su sorpresa
Para mirar el vuelo
De la libertad imaginaria.

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