CRISTINA ORTEGA PÉREZ
Aguas mansas Vuela mariposa alza el vuelo, lleva tus sueños anillados a umbrales y esperanzas, arropadas. Emperatriz, sal de tu castillo, navegando mares de aguas mansa despeina lunas. Atiza velas, que nada ate tú vuelo, lleva tus palabras izadas por vientos, templados ahora es tu tiempo.
Caminos no andados Sembrando sueños, por caminos no andados busco tu mirada, al amanecer. Soñando cosechar, frutas a oasis que son negados. Con besos en el alma y caricias de trigo, amaso sueños escondidos en medulas, de designios. Soliloquios en manos trepo por encandilas, donde hay flautas seductoras y rabeles. Alondras vuelan con alas heridas por el juego de la la vida, sollozos violines. imploran a la muerte. Arrojos susurran, roció tregua de lo que pudo ser erizando bocas del mundo adormecido.
A la intemperie Descalza sin más atención de arañas del rincón que la miran, silente. Besa eras, a intemperies a deshora la vi helándole el corazón. Su mirada no lleva sueños solo pedazos de sol atados a pedregales, olvidó reír. Cantan lluvias, pesarosas arriman verbos otoñales sepultados, en heraldos. Entretejidos al aletear de credos, templan la piel del alma es lo único real. Ovulan penas en su rosal esconde llagas gimen hojas por desafectos, aguijones al mundo, que es tuyo y mío y de vosotros.
A la deriva Ladinas rocas, no alcanzan abrazos aurorales, donde aseguro que quiero escapar. Hieren, muelles elevan anclas bahía a la deriva, donde el tiempo se detiene. Nimbos azota coplas desazón, del mundo atiza lágrimas, huele a exterminio.
Arroyos de esperanzas La belleza de la noche con cantos, callados de la luna reflejando su muda belleza. Crepitar de bosques y silencios, del agua acompaña tristezas. Levitan, guitarras anochecidas naufragan vientos sufridos acaricia olvidos, donde deshoja soledades en arroyos de esperanzas.
Arena de los sueños Borronear en arenas sueños heridas del lecho del dolor afloran, desandadas con plumas del médico forense que, nos explora. Anuda el alma dejan ecos en sótanos, recitan odas rimando mordazas y odios. Espalda al ayer, utopías inermes resuena remanso dejando, en coma cucos. Escrutando primavera sueñan encallados en soles, de noches. Despiden, esconden silencio emigrante, y a sus dioses besan la boca. A contraluz rostros sin sonrisas, sin nombres sin cerrar malheridas con yerros, sin un final.
Canta cantor Canta cantor, canta por campos agrestes no olvides poner a tus notas que afuera hay dolor. Acusa en tu canto odios al hambriento, al postergado con pan, prorrateado. A vidas despoblada errada idilio ardiente, de sueños sepultan soles mecidos, dale vida a esperanzas, sin vida.
A la insensatez ¿Era o fui? La pregunta quebró al eco arrodillado. Y a la insensatez fantasiosa.
Acalladas órbitas Aferro crepúsculo mágico desarraigando anales, hiel en acalladas orbitas. Rastreo flautas del pastor y cerrazones a galopantes sacos, gestacionales. Retozos expelo teoremas inocencia del olvido donde no germinan, huertos. Sol mecido a confianzas cuelgan palabras muere en bostezos, rasgados. Niega libertad a muertos nadie tiene nombre cambian el oscilar a vientos postreros.
Asfaltos tumorosos Calle improvisada preñada caminar tortuoso, arrabal vecindad de poros heridos. Sangran hostigadas con bravíos, desenlaces. Fríos empuñan manos en contra del mayoral que les da, de comer. Apisonan leyes bostezan proyectos anestesia pactos. Tributados, fragmentados Juramento fallo empeñado con hiel, en sus venas. Desencaja arreglos ajados emigran asfaltos tumorosos. Cambiando ropajes Espoleando, lamparillas vetas nimias, rugiendo cantos, a desazón. Cambio ropajes, arrojo humedales de lamentos sumerjo, preludios que huele al coral que tiene preso, al viento. Trepo, donde se gesta la vida, sin retornar en ningún, tiempo.
A ti mujer A ti que cantas, escondiendo esperanzas escapando al taller de la vida, sintiendo halos de libertad calmando seniles dolores. A ti que trabajas naciendo al albores callando al sol, siendo invisible al ojo del cesar que solo te mira cobrando su, tributo. A ti que no te sacan, a bailar porque hueles a cocina pobre con tierra, en tus uñas. A ti mujer quiero abrazar a ti que transitas, con el alma con ruidos de lágrimas, que no escucha nadie. A ti quiero que el mundo te mire, te obsequie invitaciones a pasar por alfombras, rojas de olimpos, trasparentes.
Dolor acerado Con dolor acerado oxidando esperanzas caminan injusticias de la mano con la desigualdad con zapatos rotos, hurgando y comiendo migajas con la escondida vergüenza debajo del bolsillo del orgullo En un mundo donde todo suele ser promesa ausente adheridas como musgo masticando deshechos desimanados, por calles estrechas. El sopor de la muerte está en cada esquina, dejando estelas. Firmando tratados en letargos sin fin de emigración de puertas giratorias, inmovilizando inaptitud del palacio embrujado, lleno de crisálidas teatrales.
“ENTRE LA VIDA Y LA POESÍA” Comentario al poemario “Romanceando el Claroscuro de la Vida” Cristina Ortega Pérez Editorial La Otra Costilla Ingrid Córdova Bustos (poeta y narradora chilena) El anecdotario literario cuenta que el poeta cubano José Martí dijo en alguna ocasión la célebre sentencia: “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Este sencillo, pero profundo enunciado alude a la necesidad que cada Ser Humano tiene de trascender más allá de las coordenadas limitantes del tiempo y el espacio y procurar encontrar un sentido sustancial a la propia existencia. La autora que ahora vamos a presentar, Cristina Ortega Pérez, parece haber encarnado a la perfección las palabras de este vate insigne. Proveniente de una familia campesina, nacida junto a doce hermanos entre valles floridos, como ella misma anuncia en su autobiografía poetizada, es madre de un hijo y se define poeta por vocación. Cristina muy tempranamente descubrió su amor por la escritura y aun cuando nunca asistió a taller o academia de letras según su propias palabras, su pasión por las literatura la condujo a leer incansablemente y a componer versos donde plasmaba, con pasión, su visión del mundo. Después de un largo peregrinaje por el sendero de la vida y de las palabras, hoy nos entrega su obra “Romanceando los Claroscuros de la Vida”, texto, que bien podríamos catalogar como una antología de su creación literaria, puesto que recoge gran parte de lo escrito a través de los años. Este poemario está compuesto por 92 poemas, 6 haikús con estructura occidental y 6 frases o aforismos, atreviéndose a bordar temas que la sensibilidad de la autora considera como esenciales para ella y su visión de mundo. Encontramos en esta obra dos espacios claramente definidos; por un lado la sujeta lírica nos habla desde la intimidad de su ser, planteándose interrogantes sobre temas esenciales como la identidad, los cuestionamientos internos o la manera de vivir la existencia y podemos apreciarlo cuando nos dice: “¿Era o fui? La pregunta quebró al eco arrodillado.” (A la Insensatez, pág. 15) También cuando toma la opción de definir su esencia “Soy silencio, burbuja encanecida, locura granizada, resistente al oxido” (Burbuja Encanecida, pág 33) El otro espacio vital que encontramos en este libro tiene que ver con la observación del mundo que nos circunda, donde la voz lírica se da a la tarea de mostrarnos y denunciar aquellos hechos y circunstancias que le parecen injustas para los Seres humanos. Tenemos un claro ejemplo en su poema “Denuncio y Denuncio”: “Denuncio, a felonía de garras, hambrienta de poder, a la historia mal contada, sus libros quemados y miles de nombres, sin lápidas donde, poner una flor.” (Denuncio y Denuncio, pág 49) La violencia, la desigualdad, el poder ejercido sin contemplaciones son asuntos que la autora aborda con franqueza y sin temores. Podemos apreciarlo cuando nos plantea: “Con dolor acerado oxidando esperanzas caminan injusticias de la mano con la desigualdad con zapatos rotos, hurgando y comiendo migajas con la escondida vergüenza debajo del bolsillo del orgullo” (Dolor Acerado, pág 14) “Callan silencios, ocultan ríos queda sangre yerta brotan dolor, partiendo arcos iris, del alma” (Callando al Silencio, pág 34) “La pobreza, huele mal, rasga el tul de amigos, su mal olor ahuyenta, sentimientos, frágiles” (El Tul de la Pobreza, pág 56) Los motivos poéticos que a esta creadora le interesan y que su poesía aborda con meridiana claridad, son múltiples y muy variados. Tienen que ver, por ejemplo, con su preocupación por la naturaleza y el medio ambiente, situación relacionada con esa niñez campesina que la llevó a estar tan cerca de la tierra y establecer vínculo estrecho con ella, también con la indefensión de los niños o la resistencia y la fuerza de las mujeres, por eso se conduele e interpela directamente al lector señalando aquello que no debería permitirse: “No quiero ver hachas talando bosques con timbre de códigos cerrados… No quiero niños deshonrados con el crepitar, de violencias… No quiero verte mujer ignorada fregando botas a tu opresor…” (No quiero, pág 85) Es así como podemos afirmar que esta obra, a la que podríamos llamar Poesía Reunida de Cristina Ortega Pérez, da cuenta de todos aquellos descubrimientos y reflexiones vitales que la creadora ha logrado atesorar durante su vida, tanto en la dimensión personal como colectiva- social y se convierte, por lo tanto, en una sugestiva invitación hacia el lector para adentrarnos en una visión del mundo llena de ternura y delicadeza, pero también rebelde e intensa, cual metáfora de una existencia vivida en plenitud. Las y los invitamos, entonces, a todos y cada uno a leer estas páginas que son una genuina expresión por la vida y una pasión por las palabras convertidas en poesía.
Aislando verdades Agonías visceral en vela tranca puertas, zozobran pasos embriagados llegan perdido perfidia, devaneo en noches innoble. Opaca cúpula, cristal narcisista abofeteas flores, que te miraron con luz encendida. Reís con quienes, solo rodean tu moneda sin valor, en el postigo de tus maravillas aislando verdades.
BIOGRAFÍA “Vengo de familia, de origen campesino" No tengo estudios literarios; escribo por instinto. Participé en revistas literarias que han publicado mis escritos y dos plaquette Participé en Asolapo de Argentina; declamé en la Casa del Escritor de Buenos Aires. Escribí un poema dedicado a los 43 estudiantes muertos en México; y se declamó en protesta en su embajada. He participado en las revistas: Imágenes de Océano, Entreparéntesis La Otra Costilla. Fui socia de Unión de Escritores Americanos; publicaron mis primeros pasos en poesía; a mi juicio eran peores que hoy”. La palabra hace germinar al verbo cuando es sembrada en suelos, con oídos fértiles...
Prólogo a “Romanceando los clarooscuros de la vida” de Cristina Ortega Pérez El ser humano tiene ciertas características que lo distinguen de otros, su originalidad, su desafío a reglas establecidas, su infinita búsqueda por la verdad. Es un método de expresión que implica a su vez, el extraordinario prodigio del lenguaje, permitiendo el diálogo enriquecedor con nuestros semejantes y convierte al ser humano en un individuo social, cuyo accionar evolutivo comenzó, quizás, antes del homo habilis. Cristina Ortega Pérez, autora de este poemario tiene la particularidad de enlazar palabras con singular armonía, empezando por el título “Clarooscuro” un peculiar oxímoron. Usa una palabra contradictoria a otra con el fin de complementarla. Su poesía es un llamado a desnudarse de ataduras que no le corresponden, aunque le pinten crepúsculos rosas y sólo sea un panorama engañoso que no la deja avanzar a su libertad. Se declara no ser una más de la muchedumbre sin reproches, acomodada a lo que otros le indiquen. Se revela al amor que no le dio nada y sin embargo ella gastó tiempo en entregarlo todo. La poeta denuncia, lanza un alarido de dolor al ver tanta desigualdad, desamor, a un sistema lleno de trampas, al racismo desmedido, a la mentira de poderosos y a los caídos sin nombres. Sufre por el dolor ajeno y lo hace suyo. Refugia entre sus versos la voz de los sin voces. Desea salir de esa situación y eleva sus versos a la vida, la confronta, aunque se sienta rodeada de luz y sombras, desea liberarse y proteger a inocentes que yacen en el fondo de un abismo imposible de salir. Se busca incansablemente entre profundas metáforas para hablar consigo misma. Su poesía es un reclamo a la sociedad en que vive, a su despotismo e indiferencia, se exilia voluntariamente pues no calza en reglas impuestas. No quiere vivir siguiendo un sueño irreal, un mundo imaginario. Recrimina a los poetas y cantores que habitan en un palacio de mentiras, ciegos y sordos no quieren ver la terrible realidad y desigualdad existentes a su alrededor. Eso la aprisiona, envuelve su poesía en una constante lucha de reproches. Cristina Ortega Pérez usa este lenguaje poético con metáforas que estremecen al más inconsciente y le habla en ocasiones sutilmente, y en otras, va directo a su corazón y le incita a involucrarse en aquellas situaciones adversas y a su vez desenmascararlas. Fue un verdadero gusto el poder interpretar en parte, este hermoso y combativo libro, poseedor de una gran vitalidad poética. Marianela Puebla Escritora y Poeta Valparaíso, 11 de Julio 2016