Antología

ANTOLOGÍA 50 MUJERES A 50 AÑOS DE

CRISTINA ORTEGA PÉREZ

Aguas mansas

Vuela mariposa alza el
vuelo, lleva tus sueños
anillados a umbrales y
esperanzas, arropadas.
Emperatriz, sal de tu
castillo, navegando
mares de aguas mansa
despeina lunas.
Atiza velas, que nada
ate tú vuelo, lleva tus
palabras izadas por
vientos, templados
ahora es tu tiempo.



Caminos no andados

Sembrando sueños, por
caminos no andados busco
tu mirada, al amanecer.
Soñando cosechar, frutas
a oasis que son negados.
Con besos en el alma y
caricias de trigo, amaso
sueños escondidos en
medulas, de designios.
Soliloquios en manos trepo
por encandilas, donde hay
flautas seductoras y rabeles.
Alondras vuelan con alas
heridas por el juego de la
la vida, sollozos violines.
imploran a la muerte.
Arrojos susurran, roció
tregua de lo que pudo ser
erizando bocas del mundo
adormecido.


A la intemperie

Descalza sin más atención
de arañas del rincón que
la miran, silente.
Besa eras, a intemperies
a deshora la vi helándole
el corazón.
Su mirada no lleva sueños
solo pedazos de sol atados
a pedregales, olvidó reír.
Cantan lluvias, pesarosas
arriman verbos otoñales
sepultados, en heraldos.
Entretejidos al aletear de
credos, templan la piel
del alma es lo único real.
Ovulan penas en su rosal
esconde llagas gimen hojas
por desafectos, aguijones
al mundo, que es tuyo
y mío y de vosotros.


A la deriva

Ladinas rocas, no
alcanzan abrazos
aurorales, donde
aseguro que quiero
escapar.
Hieren, muelles
elevan anclas bahía
a la deriva, donde
el tiempo se detiene.
Nimbos azota coplas
desazón, del mundo
atiza lágrimas, huele
a exterminio.
Arroyos de esperanzas

La belleza de la noche
con cantos, callados
de la luna reflejando
su muda belleza.
Crepitar de bosques
y silencios, del agua
acompaña tristezas.
Levitan, guitarras
anochecidas naufragan
vientos sufridos acaricia
olvidos, donde deshoja
soledades en arroyos de
esperanzas.

Arena de los sueños

Borronear en arenas sueños
heridas del lecho del dolor
afloran, desandadas con
plumas del médico forense
que, nos explora.
Anuda el alma dejan ecos
en sótanos, recitan odas
rimando mordazas y odios.
Espalda al ayer, utopías
inermes resuena remanso
dejando, en coma cucos.
Escrutando primavera
sueñan encallados en
soles, de noches.
Despiden, esconden
silencio emigrante, y a
sus dioses besan la boca.
A contraluz rostros sin
sonrisas, sin nombres
sin cerrar malheridas
con yerros, sin un final.

Canta cantor

Canta cantor, canta por
campos agrestes no olvides
poner a tus notas que afuera
hay dolor.
Acusa en tu canto odios al
hambriento, al postergado
con pan, prorrateado.
A vidas despoblada errada
idilio ardiente, de sueños
sepultan soles mecidos, dale
vida a esperanzas, sin vida.


A la insensatez

¿Era o fui?
La pregunta quebró
al eco arrodillado.
Y
a la insensatez
fantasiosa.
ANTOLOGÍA 50 MUJERES A 50 AÑOS DE... 
CRISTINA ORTEGA PÉREZ
Acalladas órbitas

Aferro crepúsculo mágico
desarraigando anales, hiel
en acalladas orbitas.
Rastreo flautas del pastor
y cerrazones a galopantes
sacos, gestacionales.
Retozos expelo teoremas
inocencia del olvido donde
no germinan, huertos.
Sol mecido a confianzas
cuelgan palabras muere
en bostezos, rasgados.
Niega libertad a muertos
nadie tiene nombre cambian
el oscilar a vientos postreros.

Asfaltos tumorosos

Calle improvisada preñada
caminar tortuoso, arrabal
vecindad de poros heridos.
Sangran hostigadas con
bravíos, desenlaces.
Fríos empuñan manos en
contra del mayoral que
les da, de comer.
Apisonan leyes bostezan
proyectos anestesia pactos.
Tributados, fragmentados
Juramento fallo empeñado
con hiel, en sus venas.
Desencaja arreglos ajados
emigran asfaltos tumorosos.
Cambiando ropajes
Espoleando, lamparillas
vetas nimias, rugiendo
cantos, a desazón.
Cambio ropajes, arrojo
humedales de lamentos
sumerjo, preludios que
huele al coral que tiene
preso, al viento.
Trepo, donde se gesta
la vida, sin retornar en
ningún, tiempo.




A ti mujer

A ti que cantas, escondiendo
esperanzas escapando al taller
de la vida, sintiendo halos de
libertad calmando seniles dolores.
A ti que trabajas naciendo al albores
callando al sol, siendo invisible
al ojo del cesar que solo te mira
cobrando su, tributo.
A ti que no te sacan, a bailar
porque hueles a cocina pobre
con tierra, en tus uñas.
A ti mujer quiero abrazar a ti
que transitas, con el alma con
ruidos de lágrimas, que no
escucha nadie.
A ti quiero que el mundo te
mire, te obsequie invitaciones
a pasar por alfombras, rojas
de olimpos, trasparentes.

Dolor acerado

Con dolor acerado oxidando esperanzas
caminan injusticias de la mano con la desigualdad
con zapatos rotos, hurgando y comiendo migajas
con la escondida vergüenza debajo del bolsillo del orgullo
En un mundo donde todo suele ser promesa ausente
adheridas como musgo
masticando deshechos desimanados, por calles estrechas.
El sopor de la muerte está en cada esquina, dejando estelas.
Firmando tratados en letargos sin fin
de emigración de puertas giratorias, inmovilizando
inaptitud del palacio embrujado,
                                                lleno de crisálidas teatrales.
“ENTRE LA VIDA Y LA POESÍA”
Comentario al poemario
 “Romanceando el Claroscuro de la Vida”
Cristina Ortega Pérez
Editorial La Otra Costilla
                                                         
Ingrid Córdova Bustos (poeta y narradora chilena)

El anecdotario literario cuenta que el poeta cubano José Martí dijo en alguna ocasión la célebre sentencia: “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Este sencillo, pero profundo enunciado alude a la necesidad que cada Ser Humano tiene de trascender más allá de las coordenadas limitantes del tiempo y el espacio y procurar encontrar un sentido sustancial a la propia existencia. 
La autora que ahora vamos a presentar, Cristina Ortega Pérez, parece haber encarnado a la perfección las palabras de este vate insigne. Proveniente de una familia campesina, nacida junto a doce hermanos entre valles floridos, como ella misma anuncia en su autobiografía poetizada, es madre de un hijo y se define poeta por vocación. Cristina muy tempranamente descubrió su amor por la escritura y aun cuando nunca asistió a taller o academia de letras según su propias palabras, su pasión por las literatura la condujo a leer incansablemente y a componer versos donde plasmaba, con pasión, su visión del mundo.
Después de un largo peregrinaje por el sendero de la vida y de las palabras, hoy nos entrega su obra “Romanceando los Claroscuros de la Vida”, texto, que bien podríamos catalogar como una antología de su creación literaria, puesto que recoge gran parte de lo escrito a través de los años. Este poemario está compuesto por 92 poemas, 6 haikús con estructura occidental y 6 frases o aforismos, atreviéndose a bordar temas que la sensibilidad de la autora considera como esenciales para ella y su visión de mundo.
Encontramos en esta obra dos espacios claramente definidos; por un lado la sujeta lírica nos habla desde la intimidad de su ser, planteándose interrogantes sobre temas esenciales como la identidad, los cuestionamientos internos o la manera de vivir la existencia y podemos apreciarlo cuando nos dice: 
“¿Era o fui?
La pregunta quebró
al eco arrodillado.” (A la Insensatez, pág. 15)

También cuando toma la opción de definir su esencia
“Soy silencio, burbuja 
encanecida, locura 
granizada, resistente
 al oxido” (Burbuja Encanecida, pág 33)
El otro espacio vital que encontramos en este libro tiene que ver con la observación del mundo que nos circunda, donde la voz lírica se da a la tarea de mostrarnos y denunciar aquellos hechos y circunstancias que le parecen injustas para los Seres humanos. Tenemos un claro ejemplo en su poema “Denuncio y Denuncio”:
“Denuncio, a felonía de garras,
hambrienta de poder, a la historia 
mal contada, sus libros quemados 
y miles de nombres, sin lápidas 
donde, poner una flor.” (Denuncio y Denuncio, pág 49)
La violencia, la desigualdad, el poder ejercido sin contemplaciones son asuntos que la autora aborda con franqueza y sin temores. Podemos apreciarlo cuando nos plantea: 
“Con dolor acerado oxidando esperanzas 
caminan injusticias de la mano con la desigualdad
con zapatos rotos, hurgando y comiendo migajas
con la escondida vergüenza debajo del bolsillo del orgullo” (Dolor Acerado, pág 14)

“Callan silencios, ocultan 
ríos queda sangre yerta
brotan dolor, partiendo
arcos iris, del alma” (Callando al Silencio, pág 34)

“La pobreza, huele mal,
rasga el tul de amigos, 
su mal olor ahuyenta, 
sentimientos, frágiles” (El Tul de la Pobreza, pág 56)

Los motivos poéticos que a esta creadora le interesan y que su poesía aborda con meridiana claridad, son múltiples y muy variados. Tienen que ver, por ejemplo, con su preocupación por la naturaleza y el medio ambiente, situación relacionada con esa niñez campesina que la llevó a estar tan cerca de la tierra y establecer vínculo estrecho con ella, también con la indefensión de los niños o la resistencia y la fuerza de las mujeres, por eso se conduele e interpela directamente al lector señalando aquello que no debería permitirse:
“No quiero ver hachas talando 
bosques con timbre de códigos 
cerrados…
No quiero niños deshonrados
con el crepitar, de violencias…
No quiero verte mujer ignorada
fregando botas a tu opresor…” (No quiero, pág 85)
Es así como podemos afirmar que esta obra, a la que podríamos llamar Poesía Reunida de Cristina Ortega Pérez, da cuenta de todos aquellos descubrimientos y reflexiones vitales que la creadora ha logrado atesorar durante su vida, tanto en la dimensión personal como colectiva- social y se convierte, por lo tanto, en una sugestiva invitación hacia el lector para adentrarnos en una visión del mundo llena de ternura y delicadeza, pero también rebelde e intensa, cual metáfora de una existencia vivida en plenitud.
Las y los invitamos, entonces, a todos y cada uno a leer estas páginas que son una genuina expresión por la vida y una pasión por las palabras convertidas en poesía.




 
Aislando verdades

Agonías visceral en vela
tranca puertas, zozobran
pasos embriagados llegan
perdido perfidia, devaneo
en noches innoble.
Opaca cúpula, cristal
narcisista abofeteas
flores, que te miraron
con luz encendida.
Reís con quienes, solo
rodean tu moneda sin
valor, en el postigo de
tus maravillas aislando
verdades.

BIOGRAFÍA

“Vengo de familia, de origen campesino"
No tengo estudios literarios;
escribo por instinto.
Participé en revistas literarias que han
publicado mis escritos y dos plaquette
Participé en Asolapo de Argentina;
declamé en la Casa del Escritor de
Buenos Aires.
Escribí un poema dedicado a los 43
estudiantes muertos en México;
y se declamó en protesta en su embajada.
He participado en las revistas:
Imágenes de Océano, Entreparéntesis
La Otra Costilla.
Fui socia de Unión de Escritores
Americanos; publicaron mis primeros
pasos en poesía;
a mi juicio eran peores que hoy”.
La palabra hace germinar al verbo
cuando es sembrada
en suelos, con oídos fértiles...


Prólogo a
“Romanceando los clarooscuros de la
vida”
de Cristina Ortega Pérez

El ser humano tiene ciertas características que lo distinguen
 de otros, su originalidad, su desafío a reglas establecidas, su
infinita búsqueda por la verdad.
Es un método de expresión que implica a su vez, el extraordinario
 prodigio del lenguaje, permitiendo el diálogo enriquecedor
 con nuestros semejantes y convierte al ser humano en
 un individuo social, cuyo accionar evolutivo comenzó, quizás,
antes del homo habilis.
 Cristina Ortega Pérez, autora de este poemario tiene la particularidad
de enlazar palabras con singular armonía, empezando
 por el título “Clarooscuro” un peculiar oxímoron. Usa una
 palabra contradictoria a otra con el fin de complementarla.
 Su poesía es un llamado a desnudarse de ataduras que no le
corresponden, aunque le pinten crepúsculos rosas y sólo sea
 un panorama engañoso que no la deja avanzar a su libertad.
 Se declara no ser una más de la muchedumbre sin reproches,
acomodada a lo que otros le indiquen. Se revela al amor que no
 le dio nada y sin embargo ella gastó tiempo en entregarlo todo.

La poeta denuncia, lanza un alarido de dolor al ver tanta desigualdad,
desamor, a un sistema lleno de trampas, al racismo
 desmedido, a la mentira de poderosos y a los caídos sin nombres.
Sufre por el dolor ajeno y lo hace suyo. Refugia entre sus
 versos la voz de los sin voces. Desea salir de esa situación y
 eleva sus versos a la vida, la confronta, aunque se sienta rodeada
de luz y sombras, desea liberarse y proteger a inocentes que
 yacen en el fondo de un abismo imposible de salir. Se busca
 incansablemente entre profundas metáforas para hablar consigo
misma.
 Su poesía es un reclamo a la sociedad en que vive, a su despotismo
 e indiferencia, se exilia voluntariamente pues no calza
 en reglas impuestas. No quiere vivir siguiendo un sueño irreal,
un mundo imaginario. Recrimina a los poetas y cantores que
 habitan en un palacio de mentiras, ciegos y sordos no quieren
 ver la terrible realidad y desigualdad existentes a su alrededor.
Eso la aprisiona, envuelve su poesía en una constante lucha de
 reproches.
 Cristina Ortega Pérez usa este lenguaje poético con metáforas
que estremecen al más inconsciente y le habla en ocasiones
 sutilmente, y en otras, va directo a su corazón y le incita a involucrarse
 en aquellas situaciones adversas y a su vez desenmascararlas.
Fue un verdadero gusto el poder interpretar en parte, este hermoso
 y combativo libro, poseedor de una gran vitalidad poética.
Marianela Puebla
Escritora y Poeta
Valparaíso, 11 de Julio 2016

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