Antología

Antología 50 mujeres a 50 años de…

Anita Montrosis

MORIR EN OTOÑO

¡Qué hermosura ignorar la ciudad sagrada!
Es como todos esos cuerpos ejecutados,
pero un poco más cruel.
Debe ser hermoso morir en otoño
Soy otoñal, pertenezco a las hojas
y a esa nostalgia
que tiene el deterioro de la belleza.
Nos queda la posibilidad de lavar una manzana,
los días son pequeñas margaritas
colgadas en el cuello.
¡Dime, si la cruz está en la ciudad de los pájaros!
Dime y si aún llevas escondido
aquel poema que escribimos juntos.
Dime Fausto ¿dónde se esconden los cadáveres
cuando TODOS duermen?
LA CASA DE FAUSTO

Imagino tu muerte como si fuese
la despedida más bella. 
No me gustan las despedidas,
tampoco sentirte lejos,
pero sabes Fausto, ahora que te veo glorificado,
ahora que tengo la certeza que prepararas la casa. 
Quiero que me esperes en una casita tan bella
como todas nuestras casas. 
Quiero una casa en medio del bosque, 
quiero verme rodeada de acantilados y montañas. 
Quiero una casa tan nuestra como ese mar 
que tanto amas y al que tanto le temo.
Espérame ahí amor, 
espérame en el crujido de las olas, 
en la descomposición de los dibujos
y en esa esquina oculta 
donde se crucificaron nuestros sueños. 
CIUDAD SAGRADA

Ahí estabas como ciudad sagrada, sin cementerio
sumergida entre las matas de choclos
y abanderada en medio de esas lomas.
Yo no sabía cómo la luna duerme en la niebla
y luego cuando el cielo silba
los cuerpos se distribuyen hacia el mar.
Pareciera que aún te tengo
a esos muertos en el estómago
De pronto todo se inquieta en medio del lenguaje
Algo duele, algo parecido al desamor
Exhalo despacito para que nadie se dé cuenta
Mis amigos caminan a mi lado,
me vigilan
y agonizo en todas estas guerras.
PINTANDO TODO DE BLANCO

Tal vez estás pintando todo de blanco
Mi mano, la puerta, todo.
Hoy leí que habrá otra guerra
No quiero encender la pantalla
no puedo conjeturar
como brota un cactus en invierno.
Jamás he visto una abeja en el jardín
tampoco nos hemos besado en la avenida Portales
La tierra arroja humo en la mañana
y nada se acomoda bien al aire,
pero reconcilia sentir los pies en el suelo
conversar con las paredes
y escribirte hasta que mi mano diga duerme.


DEBAJO DE UN LAUREL

Extraño esas largas pláticas
el viento, la in-definición de los sueños
los trenes, las calles, tu ventana.
Las veces que instalamos una fábula cardinal
tan bella como cuando el sol
se nos escondió en el puerto.
Hoy he dejado la pena debajo de un laurel
vuelvo a sonreír sobre una pequeña huerta.
Recién ha comenzado a llover
y ya no duele respirar por la boca,
poner los pies en la alfombra
y abrirle la puerta a mi gato.
Aún tengo esos hábitos rurales
que nunca te gustaron.


Biografía
Ana Montrosis. Escritora y crítica literaria chilena. Profesional universitaria de la Universidad Austral de Chile. Tiene un Diplomado en Transversalidad de Género e institucionalidad, Universidad de Santiago de Chile, 2018. Actualmente trabaja en la Fundación Golden Chile y en el periódico Datos Sur. Ha publicado los libros: Tacones bajo la luna, 2007; Mi último cuerpo, 2013; Despatriada, 2014; Austral, 2014; Austral, segunda edición, 2016 y Tacones Bajo La Luna, segunda edición, 2018. La muerte de Fausto, 2019. Ganadora del Premio Municipal de San Bernardo (2016) con el libro: Mi último cuerpo. Ganadora del premio Municipal (2020) con la obra publicada: La muerte de Fausto. Ha obtenido el segundo lugar en el premio Literario Fernando Santiván 2020 con la obra inédita Cardinal y una mención honrosa en el concurso Stella Corbalán 2022, con la obra Luciérnagas. Ha presentado sus libros en Chile, Argentina, Perú, E.E.U.U y Uruguay.
© Escritores.org. Contenido protegido. Más información
CAMANCHACA

Estoy sobre una camanchaca. Flotando.
¿Te acuerdas de aquella fosa selvática
en que una vez dormimos?
Yo recuerdo aquella madrugada.
Sabías que es impresionante divagar con los ojos fajados
¡No, no lo sabias!
Tengo un abanico de difuntos
que deambulan por las calles.
Tampoco sabes cómo las ciruelas llueven la tierra
y los torreones cierran sus puertas.
Hoy he regresado a todas esas calles,
porque deseo abrazar a mis padres.
Es imposible odiarlos.
Necesito viajar y perecer hierática
como antes de abandonar la casa.
BESOS AL AIRE LIBRE

No vislumbras como abomino la ciudad sagrada.
Odio sus miedos, la literatura, sus paisajes.
La malquerencia se sienta cada vez
que repaso nuestras conversaciones.
Jamás nos besamos en estas calles.
A ti no te gustaban los besos al aire libre
y yo perdí la vergüenza
el día que en que la lluvia se revolcó en mi boca
Tal vez nunca tuvimos la ingenuidad de los niños,
pero soñamos con resucitar a nuestros muertos.
Tampoco fuimos enemigos,
pero te amé porque mentimos juntos.


Poemas del libro LA MUERTE DE FAUSTO, EDITORIAL SANTA INES 
NO QUIERO MORIR

Cuando dijiste que querías matarme de amor
porque es la única forma de morir
pensé en esas ciudades que están mal escritas
y que aún no han borrado sus duelos
Especulé en los muertos del Chena
en esos que nunca se han sentado
en los rieles de la maestranza
a beber la desnudez de una adolescencia.
No quiero morir, te dije
No quiero esa forma de paralizar la escritura
y su temática.
Quiero inyectarme en un celaje
a separar todo lo que odio,
todo lo que amo.
lo que todos saben y callan.




POEMA DE AMOR

Siempre quise escribirte un poema de amor,
pero irónicamente había algo más garrafal.
Había que lavar la loza y ordenar papeles,
había que insertarse en otro lenguaje
y a veces dormir la siesta.
Ahora que la remembranza se ha desfigurado
cada palabra es agua y fuego.
Sabías que no hay hojas secas en el jardín
y que nuestros hijos han abandonado nuestras casas.
¡Cómo me gustaría desterrarte, Fausto!
Estoy aprendiendo a usurpar espejismos
y a clasificar tus gritos.
Es tiempo que la brisa roce los quejidos
ARCOIRIS

Y es que pudimos haber amado
el canto de la ciudad sagrada. ¡Qué locura!
Reconstruir un desayuno a media noche 
e incluso dibujar la caída de las estrellas,
eso podría haber sido novelesco,
pero preferimos improvisar espasmos 
y observar la mutación del cuerpo. 
De vez en cuando vuelvo a los rituales
y me quedo a husmear los escombros. 
Con enajenación, repito tu nombre
Fausto, Fausto, Fausto. ¡no puedo odiarte!
Sueño con una casa nueva, 
me veo agonizando margaritas
y mutilando un arcoíris dentro del vientre.


ANITA MONTROSIS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *