Antología

ANTOLOGÍA 50 MUJERES A 50 AÑOS DE…

ANTONIA SANDOVAL


DE: CAMUFAJE


El columpio se recuerda rotando como espiral,
anonadado por la bohemia que las aves presumían
a todo el que se atreviera a contemplarlas.

Al columpio ya no se le acelera el pálpito
no puede soplarle los pies a nadie
ni ser el dulce hogar de alguien.

Ya no queda inocencia que dote de vida al columpio
En el barrio se diluyó hasta el último rastro de ella.
Y ahora el columpio solo se recuerda.


BIOGRAFÍA 

Antonia Sandoval 

Nació en febrero de 2005 en San Bernardo. Cursa primer año de literatura hispánica en la Universidad de Chile. El año 2017 ingresa a la Escuela de Autores del Departamento de Cultura y Turismo de San Bernardo. En el año 2022 ingresa a el taller de escritura de la otra costilla impartido por la escritora lesbofeminista Claudia Kennedy.  Ha participado en la antología “Antes de la fiesta”, Tejado ediciones y en la Revista N°29, ediciones La otra Costilla.  “Camuflaje”, ediciones del Departamento de la Cultura y Turismo de San Bernardo, fue su primer libro publicado. 
                                                                                                    DE: CAMUFAJE

En busca de veracidades
me encaminé
por la calle.
Dejé de oír los ladridos del hombre
de la calle
que deseaba humectar sus labios mendigos
y ahora me hayo sin rumbo.




EDICIÓN 2020
SAN BERNARDO, SANTIAGO
CHILE 
                                                                                                                                                     DE: CAMUFAJE

No paran de graznar en el restaurant
Siempre están presentes
En la comida
En la comida
En los billetes...
los comensales lanzan alaridos a la mesa
Ellos chillan con libertad
Ellos son libres en la fiesta de graznidos infinitos.

Son una epidemia, invaden cada esquina
Atragantan a la muchedumbre.
La gente quiere huir de esos espectros que los acechan
abandonando aquí sus pútridos esqueletos.

Nadie para de graznar en el restaurant
Ni los meseros
Ni los cocineros
Y mucho menos aquellos que vienen a depositar sus debilidades
traicionándose a ellos mismos.






                                                                                                                                                                             DE: CAMUFAJE

Pobres ratas de oscuros ojos, esos que son incomprendidos
por la sociedad, aquel par de candiles sucumbidos por el
fulgor, que someten a responder al llamado de ladrón
acurrucados en las alcantarillas, si bien no hace mucho que
estaban paseando por las ferias, en los techos de diferentes 
casas, en el parque; copulando. Ahora se encuentran
vagando por entre las sombras de su cárcel.
Sus condiciones de vida se asemejan bastante con la 

Redundante rutina sapiens; toxicas ambas, si bien el roedor
sabe que alberga enfermedades, el humano es la verdadera
plaga que tiene a las ratas escabulléndose de aquí para allá 
por los esqueletos de los roedores.
Pobres ratas de oscuros ojos, el destino ha sido autócrata, 
las miserables ya han tenido que observar montones de 
esqueletos semi muertos muchas veces y aún sus ojos no
se ajustan al panorama, el ambiente se les ha hecho eterno
pese a que siguen contemplando el olor a cadáver que se 
les impregna en sus cuerpos y se lamentan, pero en 
discreción mientras copulan porque saben que su especie 
tiene que subsistir en la cloaca.




 “Camuflaje”, ediciones del Departamento de la Cultura y Turismo de San Bernardo, fue su primer libro publicado. 
CAMUFLAJE 

Si la poesía fuese una enferma grave como afirmaba
J. Teillier, la joven y talentosa poeta Sandoval, hilvanaría
el lienzo de la pregunta como la música que hace vibrar
la telaraña, enfrentado la rutina, los endiosamientos
y la ilusión de identidad, quien se atreve a surcar el
poesía.

Sandoval personifica en las cosas simples, el desgarro
que significa ser arrancado de la infancia, camufla lo
grande en lo pequeño, interpela a la esclavitud, las
sombras y el destino para soñar despierta frente 
al abismo.

Optar por la invisibilidad en un mundo que reafirma
su identidad en la selfie, es una apuesta pertinente y
necesaria en la era del narcisismo vacuo. Con este
primer libro de poesía, trabajado en los talleres del 
poeta Yuri Pérez durante tres años, la joven poeta 
Antonia Sandoval, 
otorga a la poesía su máximo
Valor: descubrir la vida como quien lanza una piedra 
contra sí misma.

Malú Urriola
Escritora


las heces de animal se desglosan del suelo. La pared pareciera recibir golpes, de lo porosa que se encuentra. 
El ciclo calcina a la gente. El niño que juega sin camiseta, amenaza a todos de muerte
con su pistola artificial. La niña juega a cuidar un bebé con un padre ausente.



Tu sombra y la mía respiraban en la tierra
Nos arrastramos por nuestras fisuras
Al igual que caracoles 
Sintientes, nos aproximamos 
Compartimos ADN como hormigas 
Te desplegaste sobre mí
Llovían los brazos de un árbol 
Nos hicimos mariposas.


Te obsequié un cielo completo
Pero quiero que me lo devuelvas 
Aunque sea la bandada de barranqueros
Que venía con este 
Necesito atenuar mi clausura 
Ser incidida por una lluvia de pétalos. 

Flexionar la plática en el hogar
Pender
Dar de comer a los hijos 
Acurrucarlos, besarlos
Tener un grito que se manifieste en la garganta
como un alma que decae en la cúpula 
irse a negro
no ceder a los niños
Increparlo 
desde 
mis 
cenizas 
Dejar a los chicos con la abuela
Callar en una quebrada.







Me duele el piso. Montones de muro están trisándose
entre mis pies.
Me duelen las ventanas. Ellas se corrompen en dirección 
a mi pecho.
Mi corazón ahora bombea vidrios.
Me duele el cuarto. Por rebotan mis fallidos intentos
de silbidos.
Y yo que quería ser ave.



                                                                                                         “la poesía es una enferma grave, a la que se le toleran 
                                                                                                                                  caprichos en espera de su futura muerte”
                                                                                                                                                                   (Jorge Teillier)


Contemplo el planeo de las aves y sus siluetas que vuelan
por los suelos
leo libros de poesía y veo como las palabras no se dejan 
leer, sino que estas me cantan
resuelvo ejercicios matemáticos y estos me abren las
puertas a nuevas dimensiones.

Cada vez que admiro las aves, trato de distinguir los
versos del trino volátil 
cuando leo libros de poesía no puedo pensar en nada,
porque las palabras me ofuscan
y saborear la métrica de un poema, percibo que estoy
en la dimensión que me concierne.

La poesía extirpa decaimientos y remueve recuerdos
la poesía impera sobre la vida y esclaviza con su ritmo y letra
la poesía es una enferma grave a la que encomendé mi identidad.

En este verso debería decir que la poesía purifica mi
existencia, pero no lo diré
en el segundo debería decir que es mi confidente,
tampoco afirmaré aquello
y en el próximo debería decir que la poesía me trata de
manera admisible
pero no aseveraré lo anterior, porque la poesía me trastorna.






Disfrazar a un artista de banquero en Halloween
 Empaquetar versos en cajas de pernos y tornillos
Poseer un diente de oro
 Vender ese diente
Creer que la tierra es plana
 Practicar nuestras propias mentiras
Salir con miedo a las calles
 Protagonizar una película muda
Convertirnos en maniquíes.

Me parieron bruscamente
expulsada para vivir con las estatuas

empuercada por la sangre de mi iris verde.

Buscando entre palabras
que no conciernen las letras.

Y sin saber que mis ancestros

aspiraban a escribir
logré acabar dulcemente
en este libro.



Se me es imposible no esbozar espectros en el papel, Antonia
pese a que tu anhelo es que los auyente.

Siento no hacerte existir
pero el lápiz envejecido me llama a abandonarte

los fantasmas quieren dividirnos
y yo deseo que estos me acompañan.

Disfrutémonos en el tiempo disecado
Tatuémonos fervientes locuras
y exiliemos cualquier rastro de pesadilla
antes de partir junto a los que me condicionan.

Después ampara este poema
y evita deplorar mi ausencia. 


Asentamos el cuerpo en la silla
Reintentando el suceso
Platica serena 
Intercambio de miradas
Enlozamos nuestras manos sobre la mesa

Los ojos orbitan hacia el cartel 
Nos urge un dialogo por el acoplo de gente 
La espera acrecienta la huida

Me detengo en tu pelo
Caen los resquebrajados del infierno
Pareciera que el césped se deslizara desde tu nuca hasta las rodillas

Desconozco tu posición
El paisaje nos deja en evidencia 
Se armoniza
Nos desgastamos.

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